Fernando Alonso camina a toda velocidad por el estrecho pasillo que el paddock de Mónaco deja entre el mar y los camiones. Sonrisa poderosa ante los saludos que llegan del otro lado de la valla. Encantado el asturiano por estar en una carrera que le apasiona, que ha ganado en dos ocasiones y que ahora mira otra vez con apetito. Cree que puede pelear hoy por la pole y mañana por la victoria. Hace seis días sufrió en Montmeló una paliza brutal de Sebastian Vettel, que le dobló en casa, pero la vida pasa rápido y la Fórmula 1 da revancha. Otro circuito, otro país y en este los Ferrari se adaptan de lujo. Cómo no.
Será una isla dentro de la marejada del año, porque en los circuitos tradicionales los coches rojos siguen muy lejos de los Red Bull. Pero Alonso y su equipo quieren aprovechar la oportunidad para salir lanzados hacia la remontada, hacia situaciones nobles propias de la marca. «Aquí iremos mucho mejor», aseguraba Stefano Domenicali. Explicaba el jefe de la Scuderia todos los cambios estructurales de los últimos días, cuando en Maranello se ha abierto la puerta de atrás al director técnico y padre de los últimos monoplazas, Aldo Costa, veterano de guerra ferrarista que ha pagado las consecuencias de los últimos desastres. Domenicali envuelve las explicaciones en un discurso de director general de multinacional. «Ha sido una decisión muy dura, por la persona y por el profesional. Pero teníamos que dar una respuesta a una necesidad», dice con estilo florentiniano pero sin las «disfunciones» de la salida de Valdano. Contundencia en el puente de mando, pero sin daños para el caído. «No podíamos dejarnos llevar por lo emocional y sí aplicar racionalidad». Toma.
El viernes inhábil no escapó Fernando Alonso del trabajo. Había reunión con el grupo de ingenieros, llenos de optimismo porque se ven en la pomada por primera vez en la temporada. Ojo, que el año pasado ya llegó el asturiano igual a la matinal del sábado y el globo estalló con un trompazo camino del casino.
Ganar a los coches energéticos es el objetivo. Restar del agujero negro que es la tabla de clasificados, 67 puntos por detrás el mejor hombre de Ferrari. No les vendría mal a los muchachos de rojo un poco de árnica en Mónaco. A sus dos pilotos. A Alonso, por mantener el sueño vivo, y a Massa, para que se sacuda la melancolía que lo viene consumiendo todo el año. «Debemos apoyarle. Psicológicamente está en un mal momento», admite Domenicali.
El futuro del equipo no es para tirar cohetes, pero se concede margen antes de romper la baraja. «Vamos a esperar un mes para saber hacia dónde podemos ir». Momento para decidir si todos los recursos van al próximo año o si se mantienen en la lucha. Sea como sea, en Maranello hay un nombre señalado en rojo: Nikolas Tombazis, griego afincado en Italia que toma las riendas del diseño y sale reforzado de todo el asunto. Igual que Pat Fry, inglés y veterano de McLaren ahora en las filas ferraristas. ¿Es una ruptura con lo italiano? «La bandera sigue ahí», asegura Domenicali.