Se encontró Hamilton el micrófono de la BBC y pensó que no había mejor lugar para descargar toda su furia. Venía muy caliente de una carrera a contrapelo, castigado muy atrás en la parrilla (salió noveno) y enfrascado en mil y una batallas, revestidas de su conocida agresividad al volante. Se peleó en la pista con todo el que se le acercó, recogió un par de sanciones y enfadó a medio paddock con su pilotaje. Hubo incluso quienes pidieron su descalificación. «Esto es ridículo. Ya está bien. Massa me frenó en la clasificación y me castigan a mí. En la carrera se me echa encima y también me cae a mí. Los pilotos así son ridículos. Es todo una estupidez».
No alcanzaba a encontrar los motivos de las sanciones, pero cada salsa que se cocinó la salpimentaba el coche del inglés. A Massa lo quiso adelantar en un lugar imposible, la famosa horquilla de Loews, uno de los iconos del circuito. «Merece un buen escarmiento», dijo el brasileño. Tuvo escarceos menores con Schumacher y se estampó contra Alguersuari en la melé que llamó al último coche de seguridad. Y en la reanudación, arrasó a Maldonado en Santa Devota a un par de vueltas del final. Le metieron 20 segundos que no le retrasan de su sexta posición pero que tampoco devuelven al venezolano los que iban a ser sus primeros puntos. «Ha hecho una maniobra demasiado arriesgada», dijo con prudencia el piloto de Williams.
El enfado torrencial de Hamilton se fue elevando de tono frente a la tele de su país. «Me persiguen como le pasaba a Senna. Será porque soy negro. Ya lo dice Ali G». Ahí Lewis entra el campo del humor, porque Ali G es uno de los personajes del actor que se inventó al histriónico Borat, y que encuentra motivos racistas a todo lo que le rodea.
A su manera, Stefano Domenicali atacó las formas del inglés, perjudicado Ferrari por la acción con Massa. «Ha sido imprudente», dijo. Pero lo de ayer fue para Hamilton una gota que colmó su paciencia. «Llevamos seis carreras y he tenido que ir cinco veces a ver a los comisarios. La gente quiere ver a los pilotos compitiendo, quiere espectáculo. Pero no se puede si te persiguen de esta forma».
Con el avance de la tarde, las declaraciones de Hamilton fueron cogiendo vuelo. Tanto, que el piloto decidió por iniciativa propia presentarse ante la dirección de carrera y pedir disculpas a los comisarios. «Lo he dicho todo en tono de broma, aunque a mí no me hacía ninguna gracia en ese momento».