Se acabó el verano en la Fórmula 1. Y bien lo saben los habitantes de Maranello, que hoy han vuelto a ver, muy pronto, al ejército de trabajadores de la fábrica de Ferrari, puntuales a la cita con el cavallino. Llevaba la factoría cerrada desde el día 8 por esa norma de la FIA en pos del ahorro. Retoman los apuntes de antes de las vacaciones con los retoques finales a la última evolución que conocerá el F150 Italia esta temporada, centrada la Scuderia en preparar el coche del año próximo. «A principios de septiembre trabajaremos para 2012 porque el coche de este año ya llevará todas las actualizaciones previstas», razona el jefe del equipo, Stefano Domenicali. Vuelven las carreras el próximo domingo, en el santuario de Spa, como penúltima parada europea del Mundial, antes de viajar a la tierra santa ferrarista de Monza. Después, dos meses para cumplir con cinco fechas asiáticas y el cierre brasileño. Una locura.
A Fernando Alonso le esperan el miércoles en Spa, la pista fetiche que le hizo adulto para los coches con la victoria, hace ya once años, en la Fórmula 3.000. De vuelta al trabajo, Alonso se encuentra con un muro de 89 puntos en la clasificación del campeonato. Es el colchón que ha ido tejiendo Sebastian Vettel en las once primeras carreras, de la mano de un Red Bull imperial, el coche casi imbatible que le puede convertir en el más joven bicampeón que jamás haya conocido la Fórmula 1, un título que le arrebataría precisamente a Fernando Alonso.
Viene fuerte el asturiano, sin bajarse de los últimos cuatro podios y siendo el que más puntos ha recogido en el póquer de domingos previos al parón del verano.
Hace tres carreras que Vettel no gana. Suficiente para alentar a los perseguidores de McLaren y Ferrari, por mucho que la sangría de puntos invite más a calcular en qué carrera cerrará el alemán el campeonato, que en un desfallecimiento que pasaría a la historia.
La última vez que apareció Alonso por Spa terminó la carrera antes de tiempo. Duró el año pasado el asturiano 37 vueltas en la pista, inmerso en una remontada desde la mitad de la parrilla y castigado con un abandono bajo la lluvia, con la pista muy resbaladiza y cuando arriesgaba al máximo en una infructuosa lucha por un puñado de puntos. Quedó entonces a 41 puntos de Hamilton, que salió de Bélgica como nuevo líder. Después Alonso ganó en Monza y comenzó la remontada que le llevó a afrontar la última carrera al frente del campeonato como preludio del desastre de Abu Dabi que terminó por coronar a Vettel contra pronóstico.
La recuperación se presenta esta vez mucho más complicada. Primero, porque la diferencia dobla a la de la temporada pasada y, segundo, porque el Red Bull no tiene pinta de que vaya a convertirse en un coche del montón de la noche a la mañana, más aún si continúan con su increíble racha de hacerse con todas las poles en juego. Sí parece haber alcanzado el RB7 su techo de evolución, al que tratan de llegar todavía en Ferrari y en McLaren, pero el margen es tan amplio que en la escudería energética pueden vivir de rentas hasta noviembre.
En la imagen Fernando Alonso, a la derecha, en el podio del Gran Premio de Hungría, junto a Jenson Button, el ingeniero de McLaren, Dave Robinson, y Sebastian Vettel, primero por la izquierda. Tamas Kovacs /efe
