Con un poco de Marussia y otro tanto de las cuestionables decisiones de Ferrari, la cabeza de la carrera pasó a las manos de Maldonado con seis segundos de ventaja. El box de Williams celebró la decisión con júbilo. Estaba más que justificada.
Alonso apretó por detrás para ir reduciendo diferencias. La inexperiencia de Maldonado en las grandes citas podía jugar a favor del asturiano, pero nunca dio esa impresión sobre la pista. Williams volvió a apostar por pasar antes de lo previsto por el garaje. Ferrari, no. La escudería italiana prefirió conservar sus gomas para un final que preveía igualado. El planteamiento, en este punto, no falló.
Se configuró así el panorama ya descrito: Alonso persiguiendo su presa con giros suficientes por delante y Maldonado oyendo las pisadas cada vez más cerca. El asturiano llegó a situarse a menos de un segundo, pero sin llegar a enseñar el morro. En plena lucha, alguien recordó a Raikkonen, ignorado hasta entonces. Los 20 segundos de desventaja parecían una distancia considerable en la recta final. El finlandés no lo entendió así.
El rendimiento de los neumáticos se encargó del resto. La degradación hizo mella en la conducción de Alonso, que empezó a ver la figura de Maldonado cada vez más pequeña, hasta escaparse de su campo de acción. Raikkonen venía con mucha fuerza por detrás.
El asturiano actuó con temple y firmó una segunda posición que sabe a gloria. Alonso comanda ahora el campeonato igualado con Vettel, líder por acumular puestos finales más altos en anteriores citas. Ferrari da muestras de mejora y Alonso las transforma en grandes avances. El Mundial ya sabe que este año el asturiano va en serio.