Fernando Alonso cambia la marcha de su coche más de 50 veces en cada vuelta de un Gran Premio. Y lo hace con los dedos en un máquina sin embrague, los mismos que agarran firmes un volante lleno de botones imprescindibles para las carreras ¿Cuánto valen esos dedos? Nadie lo había calibrado hasta ahora pero el Banco Santander se ha decidido. Se atreven sólo con los pulgares y la cifra marea. A cinco millones de euros cada uno, así que son diez en total. Eso dice el seguro de vida y accidentes que la entidad le ha regalado al piloto. Por suerte para él no pagará una prima que seguramente sería de escándalo en el mundo de los mortales para una cobertura de tal calibre.
El de ayer en Boadilla del Monte fue el primer acto del Santander con Fernando Alonso desde que el banco juntó su nombre al de Ferrari y al del asturiano. El piloto visitó la imponente ciudad financiera, el cuartel general de la entidad y allí negó problemas graves en los motores Ferrari y señaló el inicio del periplo europeo como la hora de la verdad para el campeonato. «Ahora se verá quiénes son de verdad candidatos al título», dijo. «El Mundial empieza en la primera carrera pero la verdadera lucha arranca ahora».
En un ambiente cordial, Alonso repasó el primer tramo del campeonato, sus nuevas sensaciones como piloto de Ferrari y pidió a los aficionados tranquilidad, seguro de que en Barcelona «tendremos un buen coche». Apenas torció el gesto cuando llegaron las preguntas incómodas y después se relajó en el encuentro con un grupo de niños. Al agresivo adelantamiento que le hizo a su compañero Felipe Massa en China le restó cualquier trascendencia. «No se puede seguir hablando quince días después de una cosa tan pequeña». Y eso que el brasileño había dicho a medios de su país que la acción pudo haber provocado un accidente.
Hay un asunto que trae de cabeza a la familia Ferrari y también a los muchos seguidores del asturiano. ¿Qué pasa con los motores? Es la pregunta machacona que repiten los fieles del piloto. Según él, todo está bajo control. Las roturas de Malasia y China encendieron las alarmas en Maranello. Hay ocho propulsores para todo el año y la sangría no puede continuar. El trabajo en la fábrica fue arduo al regreso de China y Alonso explica que no hay por qué inquietarse. «No estoy preocupado. Es verdad que no llegamos con todos los puntos que quisiéramos pero los problemas están localizados y creo que vamos a llegar a Barcelona con un buen coche», contó de los contratiempos en su equipo.
Una publicación alemana señaló que los problemas venían de una válvula que regula la entrada de aire al motor. Casualmente, Pedro de la Rosa se había referido a una cuestión similar cuando el propulsor de su Sauber, también Ferrari, se rompió en Malasia. Alonso esquivó la explicación. «Se han contado cosas sobre las válvulas que son falsas. Lo que sé es que he hablado con los técnicos de motores y están confiados en haber resuelto los problemas, que eran varios y no uno en concreto», aseguró.
Ya son casi han pasado cuatro meses desde que Alonso se colocó por primera vez los colores de Ferrari. Y después de ganar en Bahrein su primera carrera de rojo, el balance del inicio de campeonato es positivo. «Tengo un súper equipo y la posibilidad real de luchar por el título, lo que el año pasado a estar alturas era imposible. He vuelto a disfrutar de las carreras y a sentir el gusanillo de las victorias y de poder ser campeón del Mundo».
No era la de Boadilla una mañana para la polémica. Y si pasó por encima del encuentro con Massa en el acceso al pit lane, tampoco valoró el supuesto trato de favor de los jueces a Lewis Hamilton, que ya se ha ganado dos advertencias en lo que va de campeonato sin haber recibido ninguna sanción. Una, por cambiar de trayectoria repetidas veces ante el acoso de Petrov y otra en China, tras circular muy cerca de los mecánicos frente a los garajes, en una lucha con Vettel tras un cambio de neumáticos. «Son decisiones variables y no hay que darle importancia. Con dos avisos, a la próxima le sancionarán, pero son como los árbitros del fútbol. No te puedes tomar a mal lo que deciden».
