Un grupo de chicos de color llegó ayer a las seis de la tarde a jugar al fútbol en el campo de rugby de Parets del Vallès, en las inmediaciones de Montmeló. Suelen hacerlo todos los sábados, pero ayer se quedaron sin pachanga pues se encontraron con varios cientos de personas que servían la bebida de una forma extraña y bailaban en el medio del campo.
No debían saber los deportistas que el sábado previo a la carrera de Fórmula 1 en Montmeló ese campo está reservado para los asturianos y su tradicional espicha, organizada por el Club Fórmula 1 de Oviedo. Así que los futboleros tuvieron que trasladar sus bártulos a una cercana cancha de tierra.
La música que Bucky, un habitual de estos saraos asturianos en Montmeló y de todo lo que organiza el club, era señal inequívoca de que los chicos no iban a poder jugar. Y había más, como ver a un miembro del servicio de Protección Civil de Cataluña escanciando sidra con bastante tino.
La fiesta asturiana en Montmeló es un clásico desde hace nueve años y a ella se suman no sólo los que han viajado desde el Principado para ver correr a Fernando Alonso. En el campo de rugby, transformado en prao de la fiesta, eso sí, sin música de gaita, había aficionados llegados desde Canarias, Andalucía o el País Vasco.
Javier Vicente se sumó a la expedición en Bilbao para viajar a Montmeló. Lo hizo para que su hijo Alejandro disfrutase de la Fórmula y a ellos se unió el amigo Julen Fernández. El niño sin duda lo estaba disfrutando, al menos eso parecía cuando con su mono de Ferrari se arrancó a echar sidra.
Los bilbaínos estaban un tanto sorprendidos porque nunca habían estado en la fiesta asturiana. Aún así entendieron que aquella era «una buena forma de pasar la tarde».
Los que son veteranos en estas lides son José Bernardo Crespo y Pedro Cabezón, el uno se encargaba de avituallar a los presentes a base de boroña preñada y el otro se movía por el prao portando una pipa de 50 litros de sidra. Los dos son del Oriente de Asturias y, como no podía ser de otro modo, hay piquilla. «Yo soy de la zona central de Asturias pero este es casi cántabro», espetó Crespo, nacido en Caravia pero afincado en Llanes, ante la queja de su amigo de Villahormes (Llanes). Bajo el sol de justicia que ayer hacía en Parets del Vallès el de la boroña optó por utilizar boina, eso sí con el nombre de Alonso bordado, y el de la sidra se decantó por la montera picona, que acompañó con camiseta alonsista y chaleco de asturiano. Como la cosa era de prao, madreñas ambos.
Crespo y Cabezón fueron dos de los protagonistas de la espicha. Ellos repartían las viandas mientras desde el pequeño escenario montado en un lateral del campo se jaleaba: «Alonso, Alonso, Alonso», y se reconvertían las canciones clásicas de este tipo de celebraciones, como «Paquito el Chocolatero» con letras de ánimo al piloto ovetense.
Y otro representante ovetense, en este caso el concejal de economía del Ayuntamiento de Oviedo Jaime Reinares, se sumó a la fiesta, como suele hacer todos los años que sus tareas municipales se lo permiten.
El ambiente en el prao era de diversión pero sin excesos. Aquí se ha venido a ver correr a Fernando Alonso y unos cuantos malos tragos de sidra pueden arruinar la jornada de mañana, en la que el ovetense sale cuarto. Así que poco a poco y sin prisa se fue dando cuenta en el prao de las 2.400 botellas de sidra, de los más de mil bollos preñaos y de la empanada llegada todo ello en camión desde Oviedo para pasar la tarde tan ricamente a la espera del gran día, el del Gran Premio de España de Fórmula 1. «Alonso, Alonso, Alonso».
En la imagen Un casco de Fernando Alonso preside la espicha de los aficionados asturianos. ángel gonzález, enviado especial de la nueva españa