De pronto, la música dejó de sonar, se borraron las sonrisas y se cortó el chorro de champán infinito. La tragedia llama a la puerta con el accidente de Sergio Pérez, de 21 años. No sale del coche el mexicano y la televisión alimenta las dudas. Por ese pudor antimorbo, el plano lejano, lejanísimo, sólo enseña el hospital de campaña montado al pie de la ambulancia. Se ve la camilla y se intuye al piloto. La visión directa, lejos de la salida del túnel, escenario donde el pánico crece, únicamente ofrece cubiertas de barcos con espectadores asomados a la borda. Nadie desea un drama, pero falta ese pulgar alentador en alto, el código de que todo va bien.
El padre de Sergio sale del garaje camino del pabellón junto al muelle. Lágrimas en el hospital. «El chico se juega la vida». Espera un coche a la puerta del paddock con destino al Hospital Princesa Grace al tiempo que llegan las primeras noticias. Está bien, consciente y habla camino del centro médico. Alivio. El mexicano pasará la noche en observación, recuperándose de su leve conmoción cerebral y con el cuerpo lleno de cardenales y hoy se perderá la carrera. El golpe fue tremendo. Trazó por la parte sucia a la salida del túnel. Por allí se circula a 270 por hora. Perdió agarre y chocó contra la valla lateral. Descontrolado, el SauberSauberSauber, con la dirección rota y un neumático colgando, atravesó la chicane y se estampó de lado contra la protección. Un rato antes, por la mañana, Rosberg se accidentó allí mismo. El alemán libró el golpe por centímetros.
Sergio Pérez chocó de lleno y el chasis estalló en miles de trozos de fibra de carbono. Nada más perder el control, soltó el volante. Regla de oro para que al piloto no le parta las muñecas. Por instinto, cuando el golpe se acercaba, «Checo» se agarró la cabeza.
Bandera roja automática y clasificatoria parada. La que iba para una gran tarde del mexicano acabó en una ambulancia. Pérez aprovechó la flojera de los Renault y había colocado al SauberSauberSauber en la Q3, por delante de su compañero Kobayashi. Estaba el muchacho en su vuelta rápida cuando el infortunio se acordó de él.
Vettel no celebró la pole. Nadie sonreía. «¿Está bien?», preguntó Fernando Alonso en medio de su propia rueda de prensa. «Se pasa mal porque no tienes información y al rato tienes que salir a intentar una vuelta al límite», añade. Ayer, a última hora, el presidente de la FIA, Jean Todt, visitó a Pérez en el hospital y habló con él. Los pilotos toman nota y preparan un buen informe sobre la seguridad en la zona del túnel. Se tomarán medidas.
En la imagen Sergio Pérez, aprisionado en su SauberSauberSauber, tras incrustarse con las protecciones a la salida del túnel. liubomir asenov / efe
